Resilencia, claves para un nuevo liderazgo

La única certeza que podemos tener es que vamos a vivir una elevada incertidumbre.

Un liderazgo basado en la resiliencia es la clave enfrentarse a cambios disruptivos. Un líder que puede adaptar sus esquemas mentales y atreverse impulsar las transformaciones necesarias.

La mayoría de los líderes son expertos en cosas del ayer. Pero ser expertos del pasado no garantiza nada en el futuro incierto.

Cuando las reglas cambian de forma disruptiva y de forma negativa suele haber una importante incapacidad para innovar y transformar.

La base del liderazgo es nuestra resiliencia, nuestra capacidad de transformarnos a nosotros mismos frente a situaciones adversas y complejas y acompañar a nuestros equipos en el cambio.

La resiliencia indica movimiento, energía y cambio

La resiliencia no va sobre superar la adversidad, el estrés y las situaciones difíciles, sino cómo enfrentarlo, superarlo y efectuar cambios.

La resiliencia no va sobre tener fuerza para seguir adelante e impulsar el cambio. Va sobre cómo seguir adelante, aunque no tengamos fuerza ni recursos.

La resiliencia no va de predecir el futuro y acertar frente a un entorno caótico e impredecible, Va sobre cómo soportar los desafíos de la transformación y cambio ante entornos adversos de una forma ágil,

En el liderazgo la resiliencia no solo va de cómo nos gestionamos nosotros mismos. Va, además, sobre cómo damos soporte a nuestros equipos para que puedan luchar contra la adversidad, que se mantengan enfocados en las nuevas metas y sean capaces de impulsar el cambio manteniendo una actitud más positiva.

Primero ganar el juego interior

Desarrollar la resiliencia es sobre todo desarrollar nuestra capacidad de autogestión emocional. Primero nos debemos liderar a nosotros mismos, después a los demás. Pero ¿Qué caracteriza a un líder resiliente?

Lo más visible: Una actitud positiva que le permite creatividad e intuir oportunidades. Su logro y perseverancia que junto con la flexibilidad le permite adaptarse con éxito a las nuevas circunstancias.

Lo menos visible: Un autoconocimiento y autocontrol emocional que le permite la gestión de sus emociones, especialmente las negativas y gestionar el estrés y ansiedad.  Una autoestima adecuada que le hace medir bien sus limitaciones para el autodesarrollo efectivo y su cambio personal.

Lo esencial: El sentido que permite dar significado a la actuación. La motivación interna, pasión o vocación es considerado el factor más relevante por la mayoría de estudios y que es lo que permite transformarnos.

Somos cambio: la acción del equipo

Liderar, es hablar de las emociones del equipo. En un entorno de incertidumbre el líder debe generar suficiente confianza para poder subir los primeros peldaños sin ver el fin de la escalera.

La base: la comunicación. Es honesta y totalmente transparente, lo que en circunstancias adversas puede ser brutal. Pero gracias a la empatía, y analizando las emociones negativas, estas se neutralizan mediante estrategias y visión de futuro que debe generar esperanza y confianza.  

La actitud: la humildad. Los líderes visionarios infalibles solo existen en Hollywood. En situaciones de incertidumbre sobreanalizar suele ser un error común. Dar poder a los equipos y a su inteligencia colectiva y proponer escenarios sabiendo que equivocarse puede ser frecuente suele ser la estrategia ganadora.

La clave: acción ágil. Planifica a corto plazo en equipo, si hay errores, rectificas y aprendes en equipo. Quejarse o criticar es un obstáculo a avanzar el equipo lo entiende. Frente la ansiedad y la frustración está la acción y asegurar rápido primeros resultados. Creando una dinámica positiva de cambio.

Los superhéroes no existen

Son tiempos de incertidumbre donde habrá una aceleración del cambio. Y se necesitan líderes resilientes, pero no superhéroes. Los superhéroes no existen. No debemos pedir a nadie, ni debemos pedirnos, superpoderes.

Los mejores líderes dudan y sus intuiciones pueden ser erróneas, les cuesta olvidarse del pasado que les dio éxito, por eso escuchan y dar poder a los equipos.

Los líderes resilientes sufren el estrés, son humanos, y aunque suelen recuperarse rápido, necesitan descansar y buscar el equilibrio personal.

Los líderes son positivos pero el optimismo en una situación desastrosa puede ser sobrevivir.

Los líderes no pueden entrar en el cerebro y cambiar las emociones, pero saben qué “el hacer” y conseguir resultados las puede cambiar. Y saben que el lenguaje y la comunicación importa y focalizan a sus equipos no en solucionar problemas sino en resolver desafíos. En una atmosfera dónde todos somos el cambio, todos somos importantes.

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