Ahora ya sabemos que los mejores profesionales (y el resto también) son seres básicamente emocionales, cuyos cerebros toman decisiones complejas basándose en la intuición. Y qué nuestros procesos de decisión utilizan viejas estructuras de nuestro cerebro que compartimos con reptiles y mamíferos y que no han cambiado de forma substancial en los últimos milenios.
Ahora ya sabemos que en la Era de la innovación dónde la incertidumbre, la complejidad y el cambio son constantes las competencias asociadas a la inteligencia emocional son las que diferencian a los mejores profesionales del resto.
Y sabemos que estas competencias son enormemente más relevantes en los profesionales y líderes innovadores que deben gestionar el cambio. Para aquellos que se mueven en entornos sociales complejos y redárquicos, a los que tienen que inspirar y buscar el esfuerzo de los demás, a los que deben poder de tomar las decisiones sin estar afectados por emociones negativas cómo el estrés y la presión que se incrementan día a día.
Ahora puede ser el momento para desarrollar de forma sistematizada estas competencias emocionales que todos necesitamos y para ello te propongo que comiences por las bases de la inteligencia emocional. Focalizarnos primero, en dos áreas de desarrollo: tenemos que ser conscientes, conocer nuestras emociones, y las de los demás (empatía).
Para ello deberás saber que el ego poco controlado, la falta de escucha, la arrogancia o el exceso de seguridad o la desconfianza son los monstruos más frecuentes en los líderes innovadores ya que bloquean el desarrollo de las bases de nuestro desarrollo emocional.
Luchar contra el egocentrismo y la arrogancia
Socrates decía que cuando los dioses querían destruir a un ser humano le convertían en arrogante y así se destruía a si mismo. Si en la antigua Grecia la arrogancia podía ser un problema en la Era de la Innovación y la Transformación digital, donde la adaptabilidad es la clave, se ha convertido en el peor enemigo del líder innovador.
Uno de los principales rasgos del Egocentrismo es la existencia de una imagen distorsionada de uno mismo, una característica que impide conocerte a ti mismo, impide autoanalizarte y que a menudo proyecta arrogancia y superioridad. Otros rasgos del egocentrismo se relacionan con la falta de empatía y de escuchar a los demás que impide analizar el entorno de cambio y tu posición- .
Como afecta a las bases de la inteligencia emocional indirectamente también destruye el desarrollo del resto de nuestras capacidades emocionales básicas para el liderazgo: comprensión, influencia, colaboración, etc.
La arrogancia es un virus intelectual pues te inhabilita para escuchar, aprender y cambiar. La condena de los que tienen este rasgo es convivir con la peor ceguera que existe, la ceguera emocional donde nuestro cerebro no puede ver y ni siquiera sabe que es ciego. Elimina la capacidad de generar inteligencia colectiva para tomar decisiones y te incapacita para dosis de cambio y transformación.
Lo dramático es que la experiencia nos dice que es muy frecuente en líderes y gestores, a menudo con éxito, con fuerte estrés y presión y con ausencia de feed-back realista. Es muy frecuente en aquellos que tienen como misión impulsar la transformación de sus organizaciones.
Muy a menudo sin existir egocentrismo, es muy frecuente que no prestemos atención a la autoconciencia y al autoconocimiento,
La base de la inteligencia interpersonal (relaciones con los demás) es la empatía, entender a los demás de una forma profunda, la capacidad de leer y sentir lo que los otros estas sintiendo. Y la base de la inteligencia intrapersonal es la capacidad de formar un modelo realista y preciso de uno mismo, teniendo acceso a los propios sentimientos y emociones, utilizándolos como guías en la conducta. Ambas están relacionadas.
Para ello debemos trabajar de forma estructurada con las emociones que forman parte fundamental de nuestro rendimiento profesional. Tomar conciencia de cómo éstas son el motor que impulsan nuestras acciones en nuestro día a día y la base para dirigirnos a nosotros mismos.
Autocononocerse, tener una imagen adecuada de ti, exige humildad
Nuestro cerebro es un órgano no está diseñado ni preparado para buscar la verdad, sino fue diseñado para ayudarnos a sobrevivir. Nuestro cerebro nos engaña sobre nosotros mismos, actúa como una especie de sistema inmunológico emocional que nos hace percibir la realidad edulcorada.
Para estructurar nuestro desarrollo se exige algo más que fuerza de voluntad y método, se exige luchar de forma desconfiada y paranoica contra nuestro cerebro primitivo, partiendo de la humildad de asumir que podemos estar equivocados sobre nosotros y los demás.
El principal reto de los líderes no es tanto llegar a ser líder, sino cómo evolucionar y reconvertir hábitos que nos pueden hacer más efectivos. Y estos exigen de nosotros que sepamos mirarnos continuamente con capacidad crítica, que exigen una enorme capacidad de escucha y entender a los demás para dirigir nuestros objetivos hacia nuevas metas.
Las primeras acciones deben estar relacionadas con potenciar nuestro conocimiento, debemos buscar otros ojos y espejos. Y esto debe estar sistematizado,debemos tener una curiosidad sobre nosotros mismos y hacernos cada día nuevas preguntas. Quienes obtienen más feed-back, quienes buscan saber cómo y por qué hacen las cosas y cómo las pueden cambiar son los que tienen más posibilidades de evolucionar.
Autoperdónate, vive la crítica cómo un regalo y escucha, escucha mucho. No debemos dejar que nuestras emociones más básicas nos dominen, tenemos que elegir “saber” la verdad.
La empatía es el arte de la escucha activa constante
La clave del éxito consiste básicamente en escuchar. Es el secreto para liderar el cambio organizativo. Los cambios complejos requieren un clima emocionalmente positivo, dónde la confianza sea la base de los equipos y para ello no existe ninguna técnica ni característica más poderosa que la empatía, un genuino interés por cómo se siente el otro, por entenderlo y acompañarlo.
Ésta se basa en comportamientos de proximidad emocional y en potenciar nuestras relaciones personales. A veces basta con una sonrisa, con reconocer el trabajo de los demás, con mostrar aprecio o respeto con el que piensa diferente. Esto facilitará nuevas ideas, el compromiso y la innovación.
La amabilidad y estar al servicio de los demás no sólo no es una debilidad ni se contradice con la búsqueda de resultados, de hecho, es la principal fortaleza del liderazgo. Debilidad es separarte de la realidad de los otros, y esta es la principal enfermedad del poder.
La empatía y la escucha activa es también la mejor forma de obtener nuevas ideas para nosotros o para el negocio. Si casi siempre vamos en piloto automático es probable que no estemos atentos a las ideas y a la inteligencia de los demás. La base del nuevo liderazgo de crear entornos y sistemas de escucha que conecten la inteligencia de nuestros equipos.
A veces esto exige estar dispuestos a preguntar de forma sistematizada y a crear espacios públicos y otras exige buscar áreas de complicidad para poder leer entre líneas, para dar importancia a lo que no se dice en el entorno público. Esto exige entender a los silencios, a los comportamientos no verbales, a todo aquello que nos permita de una forma activa no sólo entender sus ideas si no de sentir lo que sienten los demás.
En la era de la transformación digital necesitamos una nueva ideología profesional que deje de minusvalorar la importancia de la gestión de las emociones, que las libere de esa semiclandestinidad a las que las tenemos condenadas, que busque sistematizar y entender sus mecanismos de funcionamiento y que las potenciemos como la parte más valiosa de nuestro talento.